Este versículo es muy poderoso por enseñarnos algo de la naturaleza de Dios. Caleb, quien está hablando en este versículo dijo claramente que Dios tenía un concepto de él y de Josué y además se lo había declarado a Moisés.
Dios tiene un concepto de mí y de ti, y Él puede declararlo a tu líder. La pregunta ahora es: ¿Cuál es el concepto de Dios tocante a cada uno de nosotros? ¿Será bueno o malo? ¿Dios diría cualidades o defectos?
¿Qué es lo que Dios piensa de mí? Esa debe ser una pregunta que penetre nuestra forma de pensar y vivir. Debe ser una preocupación que guíe nuestra vida a la Santidad y a la Voluntad de Dios. Algo que podemos afirmar es que Dios habla de nosotros a nuestros líderes y pastores. Con esta verdad ¿estás preocupado o alegre?
Hoy en día estamos más preocupados en lo que las personas piensan de nosotros y no el que Dios piensa. Algo que hemos aprendido en este tiempo maravilloso de entrenamiento ministerial es:
Reputación: Lo que los demás piensan de mí. (Lo que somos y hacemos en público)
Carácter: Lo que Dios piensa de mí. (Lo que somos y hacemos en privado)
¿En qué estás invirtiendo? ¿En tu reputación o en tu carácter? Es importante que las personas nos tengan en buen concepto, pero no es lo que debe mover nuestras vidas, sino el concepto de Dios, aquello que somos y hacemos cuando estamos solos.
Me gustaría extenderme en este tema, pero creo que esto es suficiente para mover nuestras entrañas un rato. Invierte en tu carácter más que en tu reputación. Considera e impórtate con lo que Dios piensa de ti. Porque al final, es Él quien tiene la última palabra.
Dios tiene un concepto de mí y de ti, y Él puede declararlo a tu líder. La pregunta ahora es: ¿Cuál es el concepto de Dios tocante a cada uno de nosotros? ¿Será bueno o malo? ¿Dios diría cualidades o defectos?
¿Qué es lo que Dios piensa de mí? Esa debe ser una pregunta que penetre nuestra forma de pensar y vivir. Debe ser una preocupación que guíe nuestra vida a la Santidad y a la Voluntad de Dios. Algo que podemos afirmar es que Dios habla de nosotros a nuestros líderes y pastores. Con esta verdad ¿estás preocupado o alegre?
Hoy en día estamos más preocupados en lo que las personas piensan de nosotros y no el que Dios piensa. Algo que hemos aprendido en este tiempo maravilloso de entrenamiento ministerial es:
Reputación: Lo que los demás piensan de mí. (Lo que somos y hacemos en público)
Carácter: Lo que Dios piensa de mí. (Lo que somos y hacemos en privado)
¿En qué estás invirtiendo? ¿En tu reputación o en tu carácter? Es importante que las personas nos tengan en buen concepto, pero no es lo que debe mover nuestras vidas, sino el concepto de Dios, aquello que somos y hacemos cuando estamos solos.
Me gustaría extenderme en este tema, pero creo que esto es suficiente para mover nuestras entrañas un rato. Invierte en tu carácter más que en tu reputación. Considera e impórtate con lo que Dios piensa de ti. Porque al final, es Él quien tiene la última palabra.
Es algo para meditar de manera muy profunda y consiente de ello...
ResponderEliminar