"Alma mía, en Dios solamente reposa, porque de él es mi esperanza" Salmo 62:5.
El ser humano está compuesto por 3 elementos: Espíritu, Alma y Cuerpo (1 Ts 5:23), y para entender el Salmo arriba mencionado hagamos una breve explicación de las tres partes del hombre.
El -espíritu- es el elemento que une el -alma- con Dios, es la vida de Dios en nosotros, se le llama "espíritu humano" porque es diferente al Espíritu Santo. El -espíritu- se conecta a Dios y es quien recibe todas las instrucciones para seguir la voluntad de Dios, en otras palabras, es un consejero que representa a Dios.
El -cuerpo- es el elemento que conecta al -alma- con el mundo físico. En el cuerpo están los sentidos y junto con la mente natural del hombre están los instintos, es decir, el deseo natural de adquirir, reproducirse, protegerse, alimentarse, socializar, etc, es algo natural de nuestro cuerpo. Lo podemos llamar también de -carne-, en otras palabras, es un consejero que representa el deseo natural del placer sin pensar en las consecuencias (pecado).
El -alma- es lo que lo que somos. Somos ALMA que tenemos cuerpo y espíritu, cuando morimos el cuerpo vuelve a la tierra y el espíritu vuelve a Dios (Eclesiastés 12:7), por lo tanto, el Alma va a donde conocemos por "cielo" e "infierno", el Alma es nuestra verdadera esencia. En el Alma están nuestras emociones, decisiones e intelecto, eso nos enseña que el -alma-, es decir, nosotros escuchamos al -espíritu- o a la -carne- y tomamos la decisión que nos traerá consecuencias positivas o negativas.
Ahora sí, volviendo a leer el Salmo 62 vemos que David se está dirigiendo a su Alma, pero ¿cómo es posible si David es el Alma? La respuesta es simple, porque no es el Alma quien está hablando, es el espíritu de David, ese espíritu que confía en Dios y que ya imaginó la victoria sobre ese conflicto. El -espíritu- le está diciendo al -alma-: "por favor, alma, confía en Dios, sé que tus emociones e intelecto no te permiten ver el panorama completo, pero yo si lo veo, y lo que veo que es que Dios dará la victoria, veo que al final de todo el Altísimo mostrará su fidelidad y su amor, por eso, Alma mía, cálmate, reposa en Dios, sólo eso necesitas, la esperanza no vendrá de tu inteligencia o de tus habilidades, sino de Dios, sólo de Dios es nuestra esperanza..."
Nuestro espíritu que está conectado con Dios ya entendió su voluntad, ahora, escuchemos lo que Dios habló a nuestro espíritu, y aprendamos a esperar en Dios. La carne te dirá todo lo contrario: "Desiste de ese supuesto Dios, no logro ver a ningún Dios, nada de eso existe, píensa por ti mismo y tomemos decisiones conforme a nuestro placer". Huye de la voluntad de la carne y corre a la presencia de Dios.
Calma, alma mía, porque de Dios es nuestra esperanza, por eso el Salmo 42:5 dice:
"¿Por qué te abates, oh alma mía,
Y te turbas dentro de mí?
Espera en Dios; porque aún he de alabarle,
Salvación mía y Dios mío".
Si te sientes que perdiste la esperanza o perdiste la fuerza, no olvides que aún puedes levantarte, Dios colocó un dispositivo natural dentro de ti que está gritando: "¡VAMOS ALMA, tu puedes! Sigue adelante, en poco tiempo estaremos cantando victoria". Dios está contigo, y sólo él puede traer salvación.
"Aún he de alabarle"
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